Jason Kane sobrellevó el paso del huracán Ida en Crown Point, ubicado al sur de Nueva Orleans, y aunque el agua no entró a su vivienda, que está a 2 metros (8 pies) sobre el nivel del suelo, sí vio como el viento se llevaba techos metálicos, vallas y otro tipo de escombros.
“Fue una locura”, comentó Kane. “Quiero decir, nunca había experimentado nada como eso”.
Kane había estacionado sus dos vehículos en un terreno elevado lejos de su casa. El martes por la mañana, fue a revisarlos, remando en un bote hasta donde pudo, y luego siguió a pie. Ambos se habían inundado y ninguno arrancó.
Si bien Nueva Orleans evitó en buena medida inundaciones catastróficas durante la tormenta, muchas comunidades más pequeñas no tuvieron tanta suerte. Alrededor de la mitad de las propiedades de Grand Isle —una estrecha isla barrera que recibió toda la fuerza de los vientos de Ida el domingo— resultaron muy dañadas o quedaron destrozadas. La carretera principal estaba cubierta casi en su totalidad de arena arrastrada por la marejada ciclónica, y todos los postes de los servicios públicos estaban inclinados o se habían caído.
Los residentes de LaPlace, ubicada a lo largo del lado oeste del lago Pontchartrain, cerca de Nueva Orleans, se refugiaron en los segundos pisos o áticos de sus residencias y recurrieron a las redes sociales para pedir que los rescataran a medida que subía el nivel del agua a su alrededor.
Un reportero de The Associated Press que sobrevoló el martes la zona con el gobernador John Bel Edwards pudo ver un panorama completamente devastado: árboles que fueron arrancados de raíz y que cayeron sobre viviendas, edificios con techos colapsados o sin techo alguno, calles inundadas y todas las pertenencias de los residentes esparcidas en los patios.
El lunes, camionetas y botes empezaron a llegar a la región para poner a salvo a la población. Entre los rescatados estaba Debbie Greco y su familia, incluidos sus padres ancianos, quienes se resguardaron en el rellano de una escalera mientras Ida arrojaba 1,2 metros (4 pies) de agua lodosa hacia su vivienda.
“Dios nos bendijo porque todos sobrevivimos”, comentó.
Otros residentes llegaron a terrenos secos vadeando el agua, que les llegaba hasta las rodillas, mientras cargaban a sus mascotas u otras pertenencias.
Robert “T-Bob” Dampier, de Marrero, fue uno de los voluntarios locales que contaban con botes y que se ofrecieron a ayudar con las labores de búsqueda y rescate el martes.
“Están aquí en la parte superior de su casa, en el techo o lo que sea”, comentó. “Tengo un bote. Estoy dispuesto… Si fuera al revés, esperarías que alguien hiciera lo mismo por ti”.
Vincent Ochello y Evan Michel han recorrido la comunidad de Lafitte —ubicada a 40 kilómetros (25 millas) de distancia de Nueva Orleans— en bote para revisar a sus vecinos.
Ambos han ido casa por casa para revisar cómo están los que se quedaron y no evacuaron. Michael conduce el bote a través de las calles inundadas y Ochello transmite lo que ve a través de Facebook.
“He transmitido en vivo, yendo a las casas de todos”, comentó Ochello.
El sistema de diques de Nueva Orleans — que fue reforzado con una inversión de miles de millones de dólares después de ser vulnerado por el huracán Katrina — resistió la furia de Ida. El meteoro ingresó a tierra en el 16to aniversario del paso de Katrina, que arrasó con la ciudad y a la que se le atribuyeron 1,800 muertes en 2005.
Pero en LaPlace, apenas se dio inicio a un proyecto de dique cuya conclusión está prevista para 2024.
Mientras tanto en Lafitte, incluso las casas sobre pilotes se inundaron y los residentes tuvieron que usar botes para navegar por las calles y sacar sus pertenencias. Y en Houma, una ciudad de unos 30,000 habitantes al suroeste de Nueva Orleans, los vientos de Ida arrancaron los techos de los negocios, complejos de apartamentos y viviendas. Vecindarios enteros quedaron destrozados, luego de que las casas quedaron reducidas a escombros. Los barcos quedaron apilados unos encima de otros.
El gobernador señaló que botes, vehículos para aguas altas y aeronaves locales, estales y federales rescataron a cientos de personas.
Muchas de las casas que no se inundaron o que sufrieron otros daños seguían sin electricidad, y las autoridades advirtieron que podrían pasar semanas antes de que se restablezca el servicio.