En este puerto colorido del Caribe, donde los pasajeros de los cruceros son llevados a aventuras en la jungla en el interior de Costa Rica, los lugareños tratan de estar en casa antes del anochecer y la policía patrulla con armas de alta calibre ante el creciente aumento de la violencia relacionada con las drogas.
El año pasado, Costa Rica registró un récord de 657 homicidios y Limón, con una tasa de homicidios cinco veces superior al promedio nacional, fue el epicentro de esta violencia.
La ola de violencia en un país conocido por su actitud relajada de "todo está bien" y su falta de un ejército permanente ha provocado una gran indignación pública mientras la administración del presidente Rodrigo Chaves busca respuestas.
Las autoridades indican que, donde antes Costa Rica solo servía como un país de paso para la cocaína con destino al norte procedente de los cárteles colombianos y mexicanos, ahora es un punto de almacenamiento y transbordo para las drogas enviadas a Europa por pandillas costarricenses.
En Limón, esta dinámica criminal cambiante se ha mezclado con un número creciente de jóvenes desempleados que son la mayoría de las víctimas en feroces batallas territoriales.
Martín Arias, el subministro de seguridad y jefe de la Guardia Costera de Costa Rica, dijo que la violencia en Limón se debe a disputas tanto por el control de la cocaína enviada a Europa como por la marihuana vendida localmente.
En enero, las autoridades desmantelaron una banda que trabajaba para contrabandear drogas a través del puerto de contenedores. La cocaína había sido escondida en las paredes de los contenedores de acero e incluso se había empaquetado entre piñas y yucas destinadas a España y Holanda.
Los narcotraficantes extranjeros solían pagar a los pescadores costarricenses para que les llevaran gasolina a sus embarcaciones de contrabando.
"Más tarde, los narcos mexicanos dijeron: 'No vamos a usar dinero; no vamos a dejar la huella que deja el dinero en los bancos, en los sistemas; vamos a pagar en cocaína'", dijo Arias.
Al principio, los pescadores y sus asociados no tenían los contactos para vender su cocaína en el extranjero, por lo que la vendieron localmente como crack. Pero una vez que se dieron cuenta de cuánto más valía la cocaína en Europa, comenzaron a contrabandearla fuera del puerto, explicó.
Mientras tanto, la marihuana llegaba de Jamaica y Colombia, y las pandillas peleaban por el mercado local. La mayoría de las víctimas de esa violencia se encuentran en barrios marginados, dijo Arias.
Las autoridades costarricenses clasificaron 421 de los 657 homicidios del año pasado como "ajuste de cuentas".
El exministro de Seguridad, Gustavo Mata, estimó que el 80% de los asesinatos en Costa Rica estaban relacionados con el aumento del tráfico de drogas.
"Solíamos hablar de los cárteles colombianos, los cárteles mexicanos", dijo Mata. Pero ahora los investigadores han cambiado su enfoque hacia las organizaciones criminales transnacionales que operan a nivel global. Estas organizaciones son extremadamente sofisticadas y están involucradas en una amplia gama de actividades ilegales, desde el tráfico de drogas y armas hasta la explotación sexual y el ciberdelito.
Mata enfatizó la importancia de la cooperación internacional para combatir estas organizaciones criminales. Dijo que la información y la inteligencia compartida entre los diferentes países es fundamental para identificar y detener a los miembros de estas organizaciones y desmantelar sus redes.
También señaló que la pandemia de COVID-19 ha afectado el tráfico de drogas y otras actividades ilegales. Las restricciones de viaje y la interrupción de las cadenas de suministro han obligado a los traficantes a buscar nuevas formas de operar. Mata dijo que es probable que veamos un aumento en el tráfico de drogas por correo y en línea en el futuro cercano.
En resumen, los investigadores están enfocando sus esfuerzos en desmantelar organizaciones criminales transnacionales sofisticadas que operan a nivel global. La cooperación internacional es crucial para combatir estas organizaciones, y la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto significativo en el tráfico de drogas y otras actividades ilegales.