El domingo, Brasil presenció el peor ataque a sus instituciones estatales desde el regreso del país a la democracia en la década de 1980. Los partidarios del ex presidente Jair Bolsonaro irrumpieron en el Congreso, la Corte Suprema y el palacio presidencial, causando daños significativos y robando armas y otros artefactos. En respuesta, la policía con equipo antidisturbios, algunos a caballo, fue desplegada a un campamento de partidarios de Bolsonaro en las afueras de la sede del ejército en la capital el lunes, mientras que los soldados de la zona se retiraron. El presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien ganó por estrecho margen las elecciones de octubre y asumió el cargo el 1 de enero, prometió hacer justicia a los responsables de la violencia y planea reunirse con su ministro de defensa y comandantes de las fuerzas armadas para discutir los ataques.
La violencia ha sido comparada con el asalto al Capitolio de los Estados Unidos en enero de 2021 por partidarios del ex presidente Donald Trump y ha sido condenada por líderes mundiales, incluido el gobierno dominicano, como "outrageous". Bolsonaro, que ahora se encuentra en Florida, negó haber incitado a sus partidarios y dijo que los disturbios cruzaron la "línea". En respuesta a los ataques, el juez supremo Alexandre de Moraes ordenó la destitución del gobernador de Brasilia por 90 días debido a supuestas fallas en la seguridad y exigió que las plataformas de redes sociales bloquearan cuentas que difundieran propaganda antidemocrática. Meta, la compañía matriz de Facebook, anunció que eliminaría contenido que apoye o elogie las acciones del fin de semana.