El expresidente peruano Pedro Castillo anunció planes para disolver el Congreso e instalar un gobierno de emergencia, antes de una inminente votación de juicio político por parte de los legisladores, que la Defensoría del Pueblo de Perú describió como un “intento de golpe de Estado”.
En cambio, fue acusado y arrestado, y horas después fue reemplazado por su vicepresidenta Dina Boluarte, quien se convirtió en la primera mujer presidenta del país.
Es un final humillante para el breve tiempo de Castillo en el cargo. El exmaestro y líder sindical salió de la oscuridad para ser elegido en julio de 2021 por un estrecho margen en una segunda vuelta, y fue visto como parte de los nuevos líderes de izquierda en América Latina.
Se postuló con una plataforma que prometía reescribir la constitución y aumentar la redistribución de la riqueza otorgando a los estados un mayor control sobre los mercados y los recursos naturales, promesas que ha tenido problemas para cumplir en medio de la creciente inflación en Perú, su falta de experiencia política y una fuerte oposición conservadora en el Congreso.