Más de 45,000 peregrinos llenaron la soleada Plaza de San Pedro la mañana del Domingo de Pascua. Los fieles católicos fueron acompañados por decenas de miles de flores procedentes de los Países Bajos, las cuales adornaron los escalones que conducen a la Basílica del Vaticano y continuaron una tradición anual iniciada en 1985.
El Papa Francisco presidió la Misa en la Solemnidad de la Resurrección del Señor, mejor conocida como Domingo de Pascua. El Papa no pronunció una homilía en la Misa del domingo por la mañana, ya que ya había entregado sus reflexiones la noche anterior.
En la Misa de Vigilia Pascual, el Papa Francisco había reflexionado sobre la sorpresa y alegría de las mujeres que visitaron la tumba donde habían depositado a Jesús. En lugar del cuerpo sin vida de Jesús, las mujeres encontraron una tumba vacía y un ángel que les dijo que había resucitado de entre los muertos.
Como señaló el Papa, las mujeres "se alejaron rápidamente de la tumba, temerosas pero llenas de alegría, y corrieron a anunciar esto a sus discípulos". Del mismo modo, agregó, la Pascua debería motivar a todos los cristianos a "dejar atrás nuestro sentido de derrota, a apartar la piedra de las tumbas en las que a menudo encerramos nuestra esperanza y a mirar con confianza hacia el futuro, porque Cristo ha resucitado y ha cambiado la dirección de la historia".
A pesar de nuestra monótona rutina, dijo el Papa Francisco, debemos aprovechar el poder de la Pascua para revivir "la belleza de ese momento en que nos dimos cuenta de que Él está vivo y lo hicimos Señor de nuestras vidas".